EL CLUB CICLISTICO ITALIANO
1898 - 1912
Luis O. Cortese
“Una calle de Buenos Aires en 1900: un puesto de zapatero catalán, una mercería francesa; en una obra, albañiles italianos, en la vereda vendedores ambulantes sirios, al fondo una iglesia rusa. Europa se dio cita a orillas del Río de la Plata. Todos los inmigrantes venidos a la Argentina a buscar fortuna, o más simplemente algo para no morirse de hambre, desembarcaron un día en los muelles de Buenos Aires.” (1)
Y como ocurre con quienes han dejado todo atrás para empezar una nueva vida en tierras desconocidas, los hombres hacen de la necesidad de reunirse entre coterráneos un objetivo de vida. Aparecen, desde el inicio de la etapa inmigratoria, numerosas asociaciones que tiene como base núcleos provenientes de una misma región más que de un mismo país, caso especialmente notable en el caso de españoles e italianos. Pero además de este tipo de nucleamientos, van apareciendo otras dedicadas a una actividad específica, como, en el caso que analizamos, el ciclismo:
“El ciclista clásico llevaba gorra con visera, por lo general hecha de un género claro y liviano, encajada en el casco de la cabeza de manera que el viento de la marcha no pretendiera arrebatarla por muy optimista que se presentara el día. La indumentaria se completaba con una gruesa camiseta de punto o tricota, con rayas horizontales y alto cuello, de dos dobleces, que abrigara convenientemente el pescuezo; unos pantalones amplios y bombachudos, prendidos con botones o broches sobre la pantorrilla, cosa de que no tropezaran con la cadena o el piñón, que estaban engrasados, y unos zapatos, casi zapatillas, bajos, de poca suela, prendidos a un lado y abiertos como sandalias, acaso para que el pie girara cómodo y no quedara muy encerrado, porque se daba al arte de pedalear toda la importancia de que posiblemente no se dan cuenta las generaciones actuales. El todo podía completarse con un látigo, una fusta de mimbre revestida de fino cuero trenzado, que quedaba muy bien en manos del ciclista cuando estaba de pie. La fusta podría creerse que le otorgaba una prestancia de jinete. Diérasela o no, nadie podía entender a santo de qué se montaba en un biciclo con un látigo, hasta que no se viera la abundancia de perros que salían a ladrar a las ruedas de alambre y al timbre que se hacía sonar repetidamente en cada bocacalle para susto y contrariedad de los cocheros, enemigos acérrimos de las máquinas rodantes porque les asustaban las yuntas con su silencioso rodar y su imprevista presencia.” (2)
Luego de esta descripción, que con más detalle que la mejor fotografía nos trae la imagen del ciclista “fin de siècle”, sigamos con nuestra historia. Los periódicos y revistas de la época destinaban espacio en sus crónicas a los comentarios de las carreras y las travesías de estos pioneros. “Caras y Caretas”, “Corriere Sud-Americano”, “La Patria degli Italiani”, “El Ciclista”, “La Nación”, “P.B.T.” y otras reflejaban las carreras organizadas por el Club Ciclistico Italiano: en enero de 1900, entre Palermo y Saavedra; en octubre de 1901, hasta San Fernando, con almuerzo en el hotel “Nacional” de ese pueblo; carreras en el velódromo Belvedere, en el que luego se afincaría; desde Palermo a Villa Devoto (noviembre de 1898, cuando en los documentos el club aún no se había constituido); desde Flores a Morón, ida y vuelta; de Retiro a Belgrano; desde la Sociedad Hípica a Tigre y Olivos, (en 1905) son algunos de los innumerables desafíos recordados en amarillentas páginas.
Los inmigrantes italianos que formaron el núcleo fundacional del Club Ciclistico provenían del cenáculo que funcionaba en la “Bottiglieria Bugianen”, ubicada en la por entonces calle Victoria (3), frente a la Plaza Lorea, grupo denominado por sus integrantes como “Tire-a-tac”, muchos de los cuales eran practicantes de ese deporte entonces en auge, el ciclismo.
En general, quienes integraron las primeras listas de socios no pertenencían a la élite de los italianos en Buenos Aires, sino más bien a esa clase “media” de los inmigrantes, que integraban pequeños o medianos comerciantes, industriales, empleados de cierta categoría, representantes de casas comerciales italianas y empleados de las mismas, productores agropecuarios, profesionales, etc., con los matices propios de esta amplia caracterización. de los más diferentes orígenes, con distintas profesiones, y en plena expansión económica, que luego se reflejará en las aspiraciones de ascenso social que serán la característica de la institución a partir de su traslado a la sede de la avenida Rivadavia, en 1910.
Tampoco tenían como origen un “paese” o región común – aunque casi todos eran italianos del norte -, sino que los unía el interés deportivo.
No era esta la única sociedad dedicada a este deporte: encontramos, entre otras, al Centro Unión Ciclista de San Bernardo, Unión Ciclista “La Prensa”, Club Velocipédico Argentino, Club “La Libertad”, Unión Velocipédica, entre otros. El importante desarrollo obtenido por esta actividad en Buenos Aires, y en especial entre los inmigrantes extranjeros, no podía dejar fuera a los italianos, que en Europa desarrollaban (y continúan desarrollando aún en la actualidad) una destacada actuación en el nuevo deporte que hacía furor en todas partes. Faltaba en Buenos Aires un círculo que integrara a los italianos ciclistas, atribuyéndose esta falta a la ausencia de máquinas de esa marca de origen en la ciudad. Era necesario un club cuyos miembros fueran exclusivamente italianos.
“Para principios de siglo, la bicicleta había ya conquistado la parejura de sus ruedas ... llegó a Buenos Aires con prestigios parisienses, que era cuanto podía anhelarse en el esplendor de la moda. Las marcas, mal pronunciadas en francés, prestigiaban los “affiches” de las flamantes bicicleterías que se abrieron ya con un sentido modernísimo de la propaganda. Las grandes casas se interesaron en traer al país ciclistas premiados ... venían con exceso de entusiasmo y aquí se conformaban con ir hasta Palermo y regresar al centro, seguramente porque la topografía no facilitaba los viajes circulares”.(4)
Uno de sus lugares de reunión para participar en las travesías ciclísticas, - motivo, como vimos, de su congregación inicial -, era entonces la Casa Franchi, que alquilaba esas máquinas en la Avenida Alvear (5) y la Avenida Sarmiento. Debióse a su propietario, el sr. Antonio Franchi el impulso y la audacia – expresiones de la época -, de obtener la representación de la marca italiana “Prinetti-Stucchy”, con un pedido de importación de mil bicicletas. Los ciclistas concurrían al Velódromo Municipal construído en los Bosques de Palermo, a poca distancia del restaurante de Hansen, una de las cunas del tango; al recreo “Belvedere” (6) o bien participaban de excursiones a Olivos, San Isidro, Bella Vista, Adrogué,Tigre,Luján y otras localidades del conurbano. Entusiasmaba a muchos de ellos la posibilidad de dar forma definitiva a este cenáculo informal que los reunía, y siguiendo algunos de los criterios que reinaban entre los inmigrantes, vinculados directa o indirectamente a la necesidad de unirse entre sí como forma de protección y procurando mantener su identidad, crearon una de las tantas redes solidarias que encontraron su nacimiento en esa época entre la mayor parte de las colectividades arribadas desde mediados del siglo XIX a nuestro país.
“Questa idea ... fará sorgere in questa grandiosa metropoli un Club, che fará onore a sé, al nome che rappresenta, e alla cittá che lo alberga”, decía hacia 1908 quien fuera el primer presidente del club, Giovanni Sciutti, seguramente exagerando un tanto en la expresión de un deseo de progreso. (7)
La primera Asamblea de este grupo de amigos se realizaba el 18 de diciembre de 1898, en una salita del Recreo “Belvedere”, participando los Sres. Guglielmo Valpreda, Pompeo Regazzoni, Nicola Orsini, Adolfo Panizza, Giuseppe Veronesi, Giovanni Sciutti, Teodoro Minola, Elia Treves, Fortunato Zanetti, Tullio Grasso, Giuseppe Cadario, Antonio Villa, Terencio Bonetti, Vittorio Brusa, Manni (?), Alberto Malpeli, Benvenuto Cellino, Ernesto Leverato, Alberto Treves, Bernardino Lamberti, Ernesto Avirovic, Carlo Pozzi, Antonio Franchi, Francesco Porcile, Giuseppe Sansoni, Giorgio Miravelli, Ottimo Righini, Norberto Butti, Enrico Gavazzoni y Giuseppe Seano, nominándose presidente y secretario provisorios a los sres. Franchi y Zanetti.
Podríamos considerar a éstos como los verdaderos “primeros socios”, ya que a posteriori aparecen otros nombres, formando parte de las siguientes reuniones, en tanto que en diferentes ediciones de las publicaciones de la institución encontramos distintos listados de socios fundadores, donde unos aparecen y otros desaparecen, al parecer según el criterio del autor de cada nota. Así podemos comprobarlo en el Boletín Nº 120, de mayo de 1908, donde aparece que los fundadores son 22; en tanto en el Nº 394, de diciembre de 1924, son 36; en el Acta Fundacional del 19 de diciembre de 1898, figuran 30 en el texto original; mientras el autor de la nota de homenaje, en la Revista del Cincuentenario indica 29; el primer presidente, Giovanni Sciutti, en una nota memorial publicada en el Nº 134 del Boletín habla de 17 o 19, “... tutti animati del maggior entusiasmo ...”. Por fin, Jorge Sergi, en un libro que citamos, habla de 36 socios fundadores en un párrafo y de 33 en otro.
Insertamos aquí breves datos biográficos sobre algunos de los primeros socios, extraidos de las distintas fuentes consultadas, que nos permitirán tener un reflejo de el espectro social representado.
Mario Obiglio fue presidente del club durante 22 períodos. Nacido en Bologna el 25 de octubre de 1861, era hijo del médico dentista de la Familia Real Italiana. Alentado por las noticias que llegaban de la Argentina, se traslada a ésta en el año 1895, dedicándose al comercio. Socio de la firma “Borgarello & Obiglio”(8), importadores de pianos e instrumentos musicales, asume en 1914 la titularidad transformando la empresa en “Obiglio & Hijos”, ampliando su campo de acción hacia la representación de marcas de automóviles de la época. Se distingue especialmente en su actividad dentro de la colectividad italiana, motivo por lo cual el Rey Vittorio Emmanuele IIIº le otorga el título de “Cavaliere Ufficiale della Corona d´Italia”. Integrante de la primera Comisión Directiva como vocal titular, fue luego y durante veintidos años Presidente del Club, habiendo ocupado otros diversos cargos en la conducción del mismo, siendo proclamado por unanimidad “Presidente Honorario” en la Asamblea del 23 de julio de 1927. Fue síndico del “Comitato di Guerra “ (1914-1918), miembro del Consejo Directivo, vicepresidente y presidente del Hospital Italiano y miembro de numerosas asociaciones itálicas de carácter cultural, de beneficiencia o “patrióticas”. Su busto en bronce, obra del escultor Luis Carlos Rovatti, fue inaugurado el 26 de abril de 1931. Se encuentra instalado en el Salón de Reuniones de la Presidencia del Club. Mario Obiglio falleció en Buenos Aires el 10 de septiembre de 1931.
Giovanni Sciutti, el primer Presidente del Club, era fabricante de telas. Hacia 1903 se había trasladado a su Morbegno natal, en Italia, estableciéndose allí definitivamente, hasta su muerte algunos años después.
Antonio Franchi, además de vendedor de bicicletas, era dueño de un caracterizado negocio de importación que se encontraba en la calle Cuyo (9) Nro. 1117, que fuera inaugurado en diciembre de 1884. En vista del desarrollo que el ciclismo había alcanzado en el Buenos Aires de entonces, había comenzado a importar de Italia las bicicletas de la mencionada marca “Prinetti-Stuchy”, las que, “... dopo aver lottato vigorosamente con le numerose marche importate dalle altre case, finirono col prendere su tutte un quasi assoluto sopravvento segnando, pertanto, un nuovo trionfo dell´industria italiana nell´America del Sud.” (10) También eran importadores de armas de las más acreditadas marcas, máquinas de coser, “tricicli a benzina ed a petrolo”, elementos de pesca y raquetas para el entonces denominado “Lawn-tennis”, etc. (11), siendo también Franchi uno de los fundadores del Ingenio Santa Ana en Tucumán. El Sr. Franchi, que fue además el Socio Nº 1 y primer tesorero de este Club, se dedicaba también a organizar círculos de ciclistas, donando importantes premios a los participantes de carreras, tanto del Club como de otros ámbitos. Una forma de promoción de su actividad comercial. Fue tambien uno de los fundadores y socio Nº 2 de la Sociedad Italiana de Tiro a Segno. Había nacido el 6 de junio de 1860 en Santa María di Mozzate, en Lombardía, trasladándose en 1874 a Montevideo y luego de diez años a Buenos Aires, figurando en 1886 viviendo en la calle Victoria Nº 564 (12). Fallece el 3 de junio de 1940. (13)
Otro de los primeros socios e integrante de varias Comisiones Directivas fue el Sr. Cesare Pestagalli, que funda junto a Giuseppe Peretti una casa importadora de licores, en sus orígenes de modestas proporciones, ya que modestos eran los capitales de los que disponían los socios, pero que, hacia fin del siglo XIX, se desarrolla ampliamente, adquiriendo gran reputación. Traían de Italia muchísimos productos, de las mejores marcas de entonces, como las “Pillole di Catramina”, el “Pitiecor”, el “Acqua Chinina”, y otros que de seguro, aquellos que superan hoy los setenta años recordarán,, como el “Ferro-China” y el “Acqua Nocera Umbra”, productos de la Casa Bisleri de Milán. (14) Instalada inicialmente en la calle Alsina Nro. 485, la firma se trasladaba años después a la esquina de Avenida de Mayo y Santiago del Estero, en una de cuyas vidrieras transformada en jaula, hacia mediados de la década del 50, se exhibían leones vivos, y en sus últimos tiempos uno embalsamado, ya apolillado, porque el “logo” del "Ferro-Quina Bisleri", como aquí se le llamó, era un león. Rezaba la propaganda de esta bebida: “El aperitivo del león, el león de los aperitivos”.
Saverio Stoppani fue también uno de los primeros socios del Club. Uno de sus estudios fotográficos se encontraba en la por entonces calle Artes (15) Nro. 677, formaba parte de los establecimientos más renombrados del género, y se lo denominaba fotógrafo “oficial” del Club (16), además de ser asiduo miembro de las conducciones del mismo, ocupando su presidencia en 1905-1906-1907. Nos cuenta el libro de Scardin que Stoppani había viajado a Europa en 1897, retornando posteriormente con “.. i migliori ultimi ritrovati dell´arte fotografica le cui applicazioni si ammirano nell´interno del suo magnifico stabilimento, che fa onore non soltanto all´egregio fotografo signor Stoppani, ma altresì alla colonia”.(17) Ese mismo año de 1897 instala una sucursal de su negocio en la calle Santa Fe Nº 1823, mientras que la sede central continuaba en Defensa Nº 861, donde iniciara su actividad en el año 1889. (18) El Cav. Stoppani había contribuido con doce fotografías por él tomadas, a la confección de una monografía que nuestra Institución había enviado a la Exposición Mundial de Milán, realizada en el año 1906.
Luigi Strazza, otro de los primeros socios, era profesor de gimnasia, y colaboró con esa práctica en la respectiva sección durante largos años. Hijo del conde Antonio Strazza di Romanò, había nacido en Milán el 8 de abril de 1858, transladándose en 1888 a la Argentina, donde se dedicará también al comercio. Había adoptado la ciudadanía argentina en 1903, y fue profesor del Colegio Nacional de Buenos Aires y del Colegio Militar de la Nación. Falleció en Buenos Aires el 14 de mayo de 1946.
Giuseppe Farioli fue otro pionero que llegó a estas tierras en 1886, “... tan solo armado de su capacidad profesional, mucha predisposición para el trabajo y un enorme caudal de esperanza y optimismo”. Había nacido en Milán en 1866, y fallece en Buenos Aires el 25 de febrero de 1946.
Los hermanos Treves eran comerciantes en frutos del país, integrando desde 1895 la firma Treves y Belimban. (19)
Teodoro Minola y Ottimo Righini eran, hacia 1906, peleteros y paragüeros; Vittorio Brusa, mueblero; Farioli y Sansoni fueron constructores, Tulio Grasso se dedicaba a la pavimentación; Carlo Pozzi fue empleado de comercio y luego importador; y Ernesto Lavarello, comerciante de óptica y artículos fotográficos.
Bernardino Lamberti y su hijo Mario eran comerciantes. Tenían, en las cercanías de Corrientes y Pueyrredón, un negocio de venta de bicicletas con una pequeña pista para carreras.
Paolo Bianco, hombre de negocios inmobiliarios, hacia 1924 se había retirado del Club y residia en Italia, donde fallecerá. “Fervido cultore dello sport automobilistico, chauffeur intrepido, abilissimo”, tuvo un accidente al chocar con su auto en el cruce de Virreyes y 11 de Septiembre, sufriendo heridas de consideración de las que se recuperó, motivando los comentarios risueños publicados en el Boletín del Club: “La testa dei piemontesi è dura”.
Fue superada la insinuación de dar al Club el nombre de la marca de bicicletas importadas por el Sr. Franchi, precisamente por el especial empeño de éste en oponerse a tan peregrina idea, con el criterio -ya expresado por nosotros -, de fundar una institución para los ciclistas italianos y no solo la promoción de su negocio.
Luego de la del 18 de diciembre de 1898, el 21 del mismo mes y año se concretaba una segunda reunión, para elaborar un proyecto de Estatuto, esta vez en el domicilio de Alberto Treves, quien en 1899 fuera Secretario del Club. Ocho días después, y en el Salón “Astigiano”, de Paraná y Lavalle, propiedad de los participantes sres. Socino y Valpreda, se llevó a cabo el acto fundacional. Esta Asamblea del 29 de diciembre de 1898 aprobó el primer Estatuto Social, en el cual, a propuesta del Sr. Veronesi, se determinó que no se aceptasen socias, con un agregado sugerido por el Sr. Borra, autorizando a la Comisión Directiva para que, cuando lo juzgue conveniente, pueda proponer a la Asamblea la creación de la “sección femenil”. (20)
Aprobado por unanimidad el estatuto, se elige a los hombres que integrarán al primer Consejo o Comisión Directiva, como se denominaba indistintamente. La primera sesión del órgano directivo se realizó el 2 de enero de 1899, esta vez en la casa del socio fundador Bernardino Lamberti. La integración del mismo era la siguiente:
Presidente, Giovanni Sciutti; Vicepresidente, Bernardino Lamberti; Secretario, Giuseppe Sansoni; Prosecretario, Cellino Benvenuto; Tesorero, Antonio Franchi; Protesorero, Anacleto Fiorini; Vocales, Orsini Nicola, Giuseppe Borra, Cesare Pestagalli y Mario Obiglio; Revisores de Cuentas, Pietro Degiorgi, Giuseppe Cadario y Ernesto Donegana
Las decisiones tomadas ese mismo día son de orden práctico: las sesiones se realizarán todas las semanas durante el primer mes; comunicar a las sociedades y clubes ciclísticos la fundación del Club Ciclistico Italiano, y hacer igual comunicación a los diarios deportivos “del Plata”; comprar un sello con el nombre del Club; comprar la papelería necesaria para el funcionamiento adminsitrativo; el Sr. Franchi propone un distintivo social que ha hecho preparar, determinándose que “... Il Consiglio si riserva di esaminarlo é deliberare nella prossima seduta” y asimismo ofrece un empleado suyo para que realice las cobranzas, con el fin “... di non caricare le spese del Club”, lo cual se acepta y agradece; y por fin, el Consejo Directivo se dispone a encontrar, a la brevedad posible, un local adaptado a las necesidades y objetivos de la Sociedad.
El consejero Veronesi ofrece, hasta tanto, los locales del “Circolo Militare Italiano”, que se acepta y agradece, y como última medida de esta primera sesión, se ordena la impresión del primer Estatuto. Careciendo como vemos, de local propio, en esos primeros momentos la sede se trasladaba de la casa del presidente a la del secretario, o a la de otros miembros de la comisión directiva. Por fin, se determinó alquilar una pieza en la calle Cuyo Nro. 1384, donde todas las noches socios y dirigentes se reunían a proyectar el futuro. No encontramos dato alguno que nos permita asegurar que se hubieran usado las instalaciones del “Circolo Militare Italiano”.
Las exiguas proporciones de la “sede social” y las adhesiones recibidas día a día, motivaron la búsqueda de un nuevo espacio, encontrado en la calle Montevideo Nº 170 entre Piedad (21) y Cangallo, en los fondos de una taberna.
“Aquella iniciativa que señala la época heroica de la nueva corporación, tropezó en sus comienzos con la natural falta de adeptos y de recursos, de manera que no tuvo residencia fija hasta el día en que, cristalizada en los amantes del deporte la conveniencia de inscribirse en la sociedad, engrosaron las filas y se dispuso de medios para inaugurar el 16 de julio de 1899 el vasto local que se necesitaba y que hallaron en Montevideo 170.” (22)
Contaba con un salón de 80 m2, con algunas mesas de juego, una mesa de casín (23) y revistas “deportivas”; la secretaría de 9 m2; una cocina y alojamiento del cocinero, y un “patiecito”. Allí se organizaba la actividad para el fin de semana – excursiones campestres en bicicleta, desde luego; carreras de resistencia, etc. -, en tanto los amigos dedicados al billar y las cartas soportaban las quejas de los muchos que deseaban contar con más espacio para otro tipo de recreación, más “sportiva”.
En el mes de julio de 1900, las continuas incorporaciones de nuevos socios dieron fundamento a la propuesta de alquilar como sede del club el antes mencionado “Belvedere”, cuyo propietario era el Dr. Carlos Dosse, quien aparecerá luego como socio del mismo. (24)
Encontramos en un plano denominado “Croquis del terreno y edificación de la iglesia del Pilar de la Recoleta, del convento y sus alrededores (en) el año 1855, según el plano levantado por el ingeniero Nicolás Descalzi”, que en esa época los terrenos que ocuparía el “Belvedere” eran propiedad de Amstrong y Cazón, sobre la calle Larga y de Emilio Bieckert sobre el Camino del Bajo, actual Avenida del Libertador, y donde funcionara por varios años la cervecería cuyo producto lleva todavía el nombre de su primer propietario.(25) Hacia 1897 este local estaba alquilado por Gustavo Montanari, en “Avenida Alvear y Recoleta, con el teléfono Nº 8587”. (26)
No era buena la situación económica del “Belvedere”, y como recuerda en sus memorias el socio fundador Carlo Pozzi, “... el inolvidable Mario Obiglio se puso en contacto con el propietario Dose, ya que el problema era de solución urgente, se necesitaba una decisión inmediata, si no se corría el riesgo de que el local fuera alquilado a otros interesados... Obiglio llamó al entonces secretario, Placido Degiorgi, el único de los socios del C.C.I. que no había montado nunca una bicicleta, (y no lo hizo nunca...) y le recomendó que en pocas horas, utilizando un coche de plaza... visitase el máximo posible de socios, para obtener su adhesión para el alquiler del “Belvedere”... Nadie tuvo dudas sobre la importancia de ese paso decisivo”. (27)
Instalados en principio de cualquier manera, inmediatamente se proyectaron una serie de festejos, carreras, bailes, kermeses, tiro al blanco, etc., a las que todos contribuyeron trabajando, quien podía de día, otros de noche, para preparar y disponer los locales para el uso. Fue un extraordinario suceso y las fiestas duraron tres semanas, con un resultado financiero espléndido y una enorme incorporación de nuevos y entusiastas socios: “Da quel momento il C.C.I. aveva consacrato il suo avvenire. Il resto é noto”.(28) El club toma posesión del predio el 16 de septiembre de 1900.
Situado en la actual Avenida Alvear (29) Nros. 567, 593 y 599, entre Ayacucho y la bajada de la Recoleta, tenía una superficie de casi 9.000 m2 y ofrecía a los usuarios las siguientes comodidades:
• Pista para carreras de bicicletas, de cemento, de 242 metros • Vestuarios para los corredores, con duchas y armarios • Baños de “submersión” • Quince canchas de bochas, en el medio de la pista • Stand de Tiro al Blanco • Sala de Esgrima • Salón de 200 m2 con aparatos de gimnasia • Gran Salón de Bailes • Salón de Teatro, con escenario y utilería • Cuarto oscuro para los aficcionados a la fotografía • Biblioteca y Salón de Lectura • Sala de Billares, Buffet y Salón Comedor con “vista pintoresca” • Salón de peluquería • Amplios jardines para esparcimiento, orientados hacia la avenida y hacía el Río de la Plata (que comenzaba a hacerse muy lejano en esos tiempos)
Nos cuenta Ricardo de Lafuente Machain (30), anotando sus recuerdos de la zona, sobre los contornos de la entonces llamada “calle Bella Vista”, en su desarrollo hacia el Cementerio de la Recoleta, que en su última esquina hacia la derecha, “...antes de la bajada de la Recoleta, hubo durante largo número de años un recreo conocido por el nombre de “Belvedere”, café, restaurante y despacho de bebidas, que tenía anexo un velódromo muy concurrido por aficcionados y profesionales del pedal en horas del día. Por la noche, la clientela era otra, elemento jaranero y bochinchero que, con su música, cantos y bromas, armaba escándalos mayúsculos, rompía la tranquilidad del vecindario y el silencio nocturno, suscitando protestas. Luego la Municipalidad adquirió el terreno y lo agregó al paseo Intendente Alvear, levantando la estatua del ingeniero Emilio Mitre. Así desapareció algo típico, vencido por el progreso. La otra media manzana (lindero sur), hasta Ayacucho, estuvo ocupada muchos años por un edificio de elegante estilo Luis XIII, propiedad también del Dr. Carlos Dosse”.
Una vieja fotografía nos acerca una visión de la Avenida Alvear y la imagen de esta casa tras las arboledas del predio que ocupara el Belvedere.
Una vez por mes, la institución ofrecía a los socios un baile de gala, espectáculos teatrales, reuniones danzantes familiares, excursiones campestres y fluviales – en el Tigre -, además de las carreras y el resto de las actividades deportivas: concursos de bochas, de billares, esgrima y tiro al blanco.
Los años que van desde la fundación hasta su transformación en Club Italiano, la institución concreta en reiteradas oportunidades travesías y excursiones ciclísticas en las que la familia ocupaba un importante lugar. Se realizaban casi siempre los domingos y en la meta se organizaban fiestas y almuerzos campestres y bailes familiares. Sus socios estaban divididos en cuatro categorías: los activos o efectivos (italianos adultos), los agregados (jóvenes menores de edad), los contribuyentes, (adultos no italianos) y la Sección femenil, en la que estaban las mujeres y niñas de la familia del socio activo. Las tres últimas categorías no tenían voz ni voto en las decisiones del club.
Por el alquiler del “Belvedere” el Club Ciclistico Italiano pagaba la suma de $ 300.-m/n por mes, recibiendo la Comisión Directiva en noviembre de 1908 la inquietud de algunos socios, tendiente a lograr la compra del lugar, ya que Dose deseaba desprenderse de este predio. El propietario solicita la suma de $ 350.000.-m/n, a pagar en cinco años sin interés, pero la Comisión desdeña la propuesta, por contar el Club con muy poco dinero, aunque se reiteran las manifestaciones y las inquietudes para obtener un asentamiento propio y definitivo entre algunos sectores de asociados, con mayor visión de futuro o apego a la institución que otros. En la Asamblea General del 17 de julio de 1909, los socios demuestran todavía muy poco interés en la vital cuestión de la búsqueda de un nuevo local, lo cual impone a la Comisión Directiva convenir en no ocuparse del tema sino hasta el momento en que el propietario “...ci dia ufficialmente ed in termine perentorio lo sfratto dai locali attualmente occupati, nella speranza che allora tutti scuoteranno la loro apatia, e si fará in pochi giorni quanto ora sarebbe quasi impossibile”.(31)
Ese mismo año de 1909 la Municipalidad le expropia el terreno a Dose, concretando un proyecto de años anteriores, tendiente a dotar de mayor amplitud al paseo de la Recoleta, dejándole al propietario 1.000 varas cuadradas, para construir una calle - la actual Schiaffino -, que separase los jardines a desarrollar en el espacio del “Belvedere”, de los de su residencia. Como dato anecdótico, la Municipalidad paga por el terreno que un año antes valía $350.000.- la suma de ... $ 748.000.-m/n. Con la expropiación vuelven los temores sobre el futuro de la institución y en consecuencia, la dura lucha para conseguir un nuevo sitio donde afincarla.
Se convoca a Asamblea General Extraordinaria de Socios para el sábado 21 de agosto de 1909, a las 9.30 de la mañana. El Orden del día basa exclusivamente en el tema del nuevo local y en las condiciones para obtener la Personería Jurídica, necesaria para poder concretar una compra institucional.
El llamado incluye una nota en la que se recuerda a los socios que no dejen de concurrir, dada la especial importancia de tal Asamblea, asi como la urgencia de las medidas a tomar. Otra nota repetida en los viejos Boletines internos reitera un pedido para que “...todos quienes supieran de cualquier local, terreno o villa para alquilar, quieran comunicarlo sin retardo a la Secretaría Social.”
La Municipalidad intimó en reiteradas oportunidades el desalojo, y los sucesivos plazos conseguidos iban venciendo sin que se encontrara el espacio necesario. Ocupaba entonces el cargo de Intendente de la Ciudad de Buenos Aires el Dr. Manuel J. Güiraldes, propietario de una quinta - en Rivadavia entre Río de Janeiro y Otamendi -, vecina a los terrenos de Devoto donde luego se asentaría nuestro Club. (32)
La convocatoria del Consejo Directivo del 7 de octubre de 1909 determina una reunión especial para el sábado 9 de ese mes, junto a la Comisión Especial nombrada al efecto, con el fin de examinar los varios proyectos de nuevos locales y elegir aquel que se estime más conveniente, a construir en una propiedad llamada “Villa Lautaro”. Muy avanzadas estuvieron las negociaciones para arrendar esta “Villa”, que perteneciera a la familia Pintos, y se ubicaba en la Avenida Rivadavia Nro. 4329, pero se dificultaron las tratativas al encontrarse la propiedad en sucesión, produciéndose algunos incidentes con los albaceas de los menores herederos ante la insistencia del Club, que, como vimos, hasta estaba licitando algunas obras en el lugar. Un informe de la Comisión Directiva del 22 de octubre de 1909, hacía llegar a los socios los detalles de la situación, diciendo entre otras cosas que se estaba en grado de asegurar que no existía en Buenos Aires - a una distancia razonable del centro de la Ciudad -, una propiedad de más de tres mil metros cuadrados, que contuviera edificios utilizables, árboles, etc., teniéndose en vista algunos terrenos amplios, pero no tan bien situados como este de los Pintos.
También en este informe se comunica que se había encargado al arquitecto César Broggi el proyecto definitivo de las nuevas instalaciones y los pliegos para licitar los trabajos una vez definida la situación. A la vez se dejaba en libertad a los socios de pagar o no la cuota extraordinaria necesaria para ese crítico momento, reclamándoles “permanecer unidos y con fe en el futuro”, en calma ante los requerimientos de la situación, asegurándoles que nada se omitirá para allanar las dificultades actuales y asegurar un provenir “... non meno sicuro e brillante del passato”.
En la reunión de la Comisión Directiva del 20 de diciembre de 1909 el presidente comunica que se han hecho tratativas con la Municipalidad para permanecer en el local de avenida Alvear dos o tres meses más, mientras continúan las negociaciones con la “Villa Lautaro”, aunque se recomienda a los miembros de la comisión “... scoprire qualche locale che possa adattarsi come sede per il nostro Club”. (33)
Fue propuesta como opción la “Villa Anasagasti-Islas”, propiedad de Josefina Anasagasti de Soler, que se encontraba en la esquina noreste de la Avenida Santa Fe y Salguero. Pero el Sr. Sánchez, encargado por la propietaria, informa que no deseaba alquilarla al club.
Cuenta Ricardo Llanes que antes de ser demolida, esta villa era utilizada por una sociedad de carácter folklórico, que la ocupaba para sus bailes y fiestas.(34) La reunión extraordinaria de la Comisión Directiva del 4 de enero de 1910 , en la que participaron de más de setenta socios, será el vehículo para informar del casi fracaso de la gestión con la familia Pintos, así como que la Municipalidad había dado una prórroga hasta el 31 de marzo para dejar desocupado el “Belvedere”, exigiendo el pago de un alquiler que se establecería esa misma semana. En enero de 1910 se tenía suma urgencia e interés en concretar el arrendamiento del caserón de estilo colonial (“palazzina con giardino”) de la Sra. Adela Peña de Udaondo, ubicado en la Avenida Rivadavia Nº 4638, cuyo parque llegaba hasta la calle Rosario y en alguna época lindara con la Quinta de Lezica, actual Parque Rivadavia.(35)
Pero estaba ocupado por inquilinos sin contrato, y su propietaria, que se encontraba en Mar del Plata, mandó informar por su administrador que no deseaba alquilar el sitio.
Por fin, todo parece solucionarse: se ofrece una quinta de 16.000 varas cuadradas, “Giardino di 16.000 varas quadrate con piccola casa” (36) perteneciente al socio Sr. Paolo Bianco. (37) Situada en la calle Campichuelo Nº 181/189, luego de cruzar las vías del entonces Ferrocarril del Oeste, parecía ser el destino feliz de tantos apuros, ya que este señor la ofrece en alquiler, luego de haber invitado a los asociados al Club a un gran festín campestre, al estilo de la época.
El 29 de enero de 1910 se reúne la Asamblea Extraordinaria de socios para tratar la oferta, pero allí aparece además una propuesta del Comm. Tomás Devoto, que ofrecía alquilar una quinta de frutas y verduras de su propiedad, en la Avenida Rivadavia Nº 4761, con una superficie de 8.280 varas cuadradas. Incluía parte del actual terreno del Club Italiano, más las esquinas de Rivadavia y Otamendi y la de Campichuelo y Yerbal. Por la quinta de Bianco se debían pagar $ 800.- por mes los tres primeros años, y $ 1.000.- los restantes, mientras que por la de Devoto los precios del alquiler eran de $ 1.400.- los cinco primeros y $ 1.600.- los cinco siguientes. En ambos casos, el arrendamiento era por diez años. La Asamblea de socios determinó, por amplia mayoría, que si bien era mayor el terreno y más barato el alquiler, la mejor ubicación y la altura hacían aconsejable tomar el predio de Devoto, ocupado solo por algún caserío para el personal que atendía los cultivos, ya que el propietario tenía su residencia vecina a la quinta de Lezica, donde hoy se levanta la Escuela Normal Nro. 4. Siendo inservibles esos caseríos, Devoto aportó con $ 40.000.- para la construcción de edificios adecuados, siendo el precio previsto para la totalidad de la obra de $ 100.000.-, y aceptó una propuesta del Presidente Obiglio, para rebajar en $ 100.- los alquileres antes indicados.
Esta Asamblea del 29 de enero de 1910 fue comunicada a todos los socios en el Boletín del mes de febrero de ese año, anunciándose también el traslado para el 31 de marzo, y el llamado a licitación para la construcción de las nuevas instalaciones.
Pero la mudanza debió esperar, mientras se comenzaban a levantar los primeros tramos del actual edificio.
Llegó septiembre y se continuaban licitando tareas, como los vitrales, puertas, ventanas de hierro, pisos, pavimentos, zócalos y frisos, aunque en este caso se solicitaba el reciclado de los materiales que se debían retirar del “Belvedere”. ´ Para todas las sugerencias, se debía contar con el asesoramiento del Arq. Brogi, cuyo domicilio comercial estaba en la calle Rioja Nº 452. Tiempo después el Boletín nos informa que las tareas proseguían empeñosamente, dado lo importante del edificio, de más de 2.400 m2 de superficie cubierta, por lo que se estimaba que el traslado recién se concretaría para fines del mes de noviembre de 1910. Aunque restarían todavía trabajos por hacer, se esperaba finalizar para la previsible inauguración: “I signori consoci che vorranno compiacersi di andare a vedere la prossima nostra nuova Sede, si daranno facilmente conto dell´importanza dei lavori e siamo certi che rimarrano gratamente impressionati”.(38)
Gracias a una nueva prórroga concedida por la Municipalidad, las instalaciones del Belvedere continuaron en uso hasta diciembre de 1910, celebrándose la partida con un “Diner-Concert” realizado el domingo 7 de noviembre, “... muy concurrido pero algo triste, por cuanto se dejaba en esos locales todo un patrimonio de bellos recuerdos ...” (39)
Desde el 21 de octubre de 1910, la Intendencia de Buenos Aires era ejercida por el Dr. Joaquín Samuel de Anchorena, ocupando la Secretaría de Hacienda, encargada de las negociaciones con el Club, el Dr. Alberto Hueyo.
El 31 de diciembre de 1910 se inauguró la nueva sede, con una cena y baile, celebrando además el 12do. Aniversario de la Institución.
También la despedida del viejo predio fue, en definitiva, la despedida del deporte que lo caracterizara, ya que el ciclismo fue abandonándose rápidamente, habida cuenta de la carencia de un velódromo cercano, así como por el irregular adoquinado de las calles, que imposibilitaban una práctica normal de este deporte.
Como consecuencia del cambio de sede y de la pérdida de la pista, el padrón de socios se redujo considerablemente - de casi 1.000 pasó a 400 -, siendo uno de los motivos probables las distancias que separaban entonces este predio de las zonas céntricas de la ciudad, donde vivían la mayoría de los socios, pero el transcurrir del tiempo permitió zanjar estas dificultades. Así se arriba al 3 de febrero de 1912.
Luego de ardorosas discusiones, la asamblea convocada con ese motivo produce la modificación del nombre del Club, suprimiéndose el ya caduco adjetivo de “Ciclistico”, sin que las consecuencias fueran irreparables.
Si bien este cambio también produjo una reducción del padrón de socios, fue pronto superada por el regreso de algunos y por los nuevos ingresos. Sobre 193 socios presentes, aprobaron el cambio 149, 28 se opusieron y 17 se abstuvieron.
El Salón Blanco de la nueva sede, “... cosí splendido ed elegante, da poter competere con quanti altri saloni di Club si possano essere in Sud-America...” fue inaugurado el 21 de junio de 1912, pocos meses después de que el club cambiara su nombre.
Según las crónicas, mil ochocientas personas, las damas vestidas con todo lujo, los caballeros de frac o smoking, la presencia del Ministro de Italia, Commendatore Vittorio Cobianchi y personaliddes de la colectidad italiana, dieron brillante marco al evento. Prueba significante que nos va mostrando los cambios que en cuanto a la visión de si mismos iban adquiriendo los integrantes de la institución.
A partir de entonces, comienza a recorrer otro período y sus características fueron deviniendo hacia las actividades sociales, dejándose de lado los aspectos deportivos, hasta que luego de varios decenios, los cambios en los hábitos sociales y la valorización de las prácticas deportivas fueron produciendo las transformaciones que la llevaron a su situación actual.
Las actividades internas y de las políticas que van determinando las sucesivas Comisiones Directivas para la administración del Club, encuentran en sus publicaciones el medio que sirvió y sirve de nexo constante entre la institución y sus integrantes, a pesar de breves paréntesis - generalmente motivados por problemas económicos -, que se producen en su publicación.
Entre 1898 y 1903, previa la aparición del Boletín, no hemos tenido oportunidad de verificar con certeza el sistema de comunicación hacia los socios, si es que lo había. Los más viejos socios consultados – hace ya muchos años, y en algún caso hijos o nietos de fundadores -, se habían incorporado a partir de 1910 y no supieron informarnos al respecto.
Podría haberse hecho por volantes u otro tipo de boletines, como ocurriera en los paréntesis posteriores a que hacíamos referencia más arriba, pero esta suposición no hemos podido verificarla ni hemos encontrado documento alguno al respecto. Las publicaciones del club se hacían exclusivamente en idioma italiano. Solo pocos avisos y los llamados a asamblea -porque la legislación argentina así lo determina-, se editaban en castellano. Recién hasta bien entrada la década de 1930 comienzan a aparecer intercalados textos en castellano.
Al llegar junio de 1931, el Boletín es transformado en Revista, continuando con la numeración desde ese primer número de la primera quincena de junio de 1903 hasta la actualidad. (40) En los años que tratamos la periodicidad era quincenal. Como podremos ver, la información sobre las actividades internas era el material que ocupaba en su totalidad las páginas de nuestras primeras apariciones.
Hemos seleccionado algunos ejemplos en las áreas deportiva, social y cultural a efectos de ofrecer al lector una imagen de la intensa vida de esta institución. Muchas de las propuestas incluían en un mismo acto competencias deportivas con almuerzos o cenas y bailes.
Muy importantes en esos primeros años, se desarrollaban básicamente alrededor del ciclismo, la esgrima, el tiro al blanco y la gimnasia. El billar era considerado también un deporte, tanto que en una breve nota se dice que en cada buena partida se caminaban más de dos kilómetros... alrededor de una mesa. No eran extrañas las fiestas que integraban varias actividades.
Para el domingo 27 de marzo de 1904 a las 14.30 se invita a una gran reunión deportiva “a total beneficio del Monumento a Garibaldi”.
El programa incluía la carrera “Garibaldi”, de velocidad, reservada a todos los corredores amateurs del club, cuyos premios (1º al 4º) eran objetos de arte; la carrera “Argentina” en la que el consocio Emilio Maucci trataría de batir el record de los 10 kilometros en motocicleta; ejercicios gimnásticos sobre escaleras (?), por varios consocios; “assalto di lotta romana” por los campeones Abretch y Zavattaro “che gentilmente si prestano”; se ofrece otro “deporte” por entonces incipiente, la “sensacional ascensión en globo libre” que realizaría el “Capitano Aeronauta Signor Giuseppe Silimbani, intrepido ginnasta che all´alzarsi del Globo eseguirá esercizi sul trapezio, fra i quali il pericoloso Salto Mortale fra i due trapezi fissali al Globo e distanti due metri uno dall´altro.” (41); una “cinchada” en la que participaría un numeroso grupo de consocios; la carrera “Buenos Aires”, treinta vueltas a la pista en bicicleta con relevos a partir de la cuarta, con objetos de arte como premio y un match-persecución en motocicleta de paseo, entre dos socios veteranos. Todo esto sería amenizado por una Banda Musical y los asientos numerados costaban un peso, en tanto los palcos diez.
La sección de esgrima (“Sezione di Scherma”) estaba dirigida por el profesor Cav. Eugenio Pini, muy renombrado,y a sus clases concurrían socios de todas las edades. La participación del C.C.I. en múltiples concursos era habitual, como también lo era el buen papel cumplido. Una vez al año se celebraba la “Gara Reale”, donde el primer premio era una “Grande” medalla de oro donada por el Rey de Italia. En la de 1907 el segundo premio era otra similar de plata, donada por la Comuna de Milán.
El tiro al blanco se realizaba tanto en las instalaciones del club, como en la “Società Italiana di Tiro a Segno” (SITAS) (42), cuyas instalaciones se ubicaban paralelas a las vías del Ferrocarril Pacífico, desde la calle Nueva York hasta la reserva de tierras donde cuatro décadas más tarde se construirá la Avenida Gral. Paz.
“Il Poligono di Tiro è situato a Villa Devoto, ridente e ameno sobborgo di Buenos Aires, a 30 metri di altezza sul livello del mare ed occupa un´area di mille metri di lunghezza per cento di larghezza.”(43)
Varios socios del club habían participado de la fundación de esta institución, el 14 de marzo de 1895.
Para el 20 de marzo de 1905 a las dos de la tarde se programó una gran fiesta deportiva a beneficio de los damnificados por la erupción del Vesubio y los desastres que causara en Nápoles. Comprendía carreras de bicicletas, motocicletas, pedestres, con obstáculos, lucha grecorromana, asaltos de esgrima, todo ello culminando con un baile a las nueve de la noche.
Otra frecuente actividad socio-deportiva, cuando llegaba el buen tiempo, eran las excursiones en bicicleta. Para el domingo 6 de noviembre, la invitación es a Olivos, “sulla spiaggia del Rio Paraná”. Se partía del local social a las siete de la mañana, a las ocho estaba previsto un “spuntino con sandwich e birra” y a mediodía almuerzo con antipasto, caldo, asado (sin cuero), ensalada, queso, fruta y café, acompañados con vino italiano y cerveza “a discrezione” . No faltaba la banda amenizando, así como juego de bochas, paleta, cartas, “carabine per tiro”, columpios, etc. Esta información se acompaña con los horarios del ferrocarril para las familias, con la indicación de tomar billete hasta Vicente López, desde donde, saliendo de la estación y yendo hacia el río, el sitio de reunión estaría indicado por una bandera del club.
“La concorrenza fu notevole. Alle tavole, sonata l´ora del fiero pasto avevano preso posto piú di duecento persone, che in mezzo ad un´allegria indescrivibile... fecero sparire tre o quatrocento chilogrammi di salamini, senza contare tutto quell´altro... Poi venne l´ora della posa per l´immancabile gruppo fotografico, l´ora delle danze con musica vocale, l´ora dei giuocchi infantili...” (44)
Otros tiempos, otras diversiones, de las que pocos recuerdos nos quedan...
Se publicitan extensamente los programas de fiestas y espectáculos, en los que la participación de los socios era muy alta. Contaba el C.C.I. con un cuerpo “filodramático” que actuaba prácticamente todos los meses, cantantes, músicos, recitadores y actores vocacionales que con su actividad mantenían vigente la lengua natal, en puestas en las que no faltaba nunca el humor ni la ironía.
Si tomamos como ejemplo la segunda quincena de junio de 1903, se ofrece a los socios para el miércoles 24 de ese mes a las 8.30 p.m. “in punto” un programa que comprendía en su primera parte, “La fille de Madame Angot” por la orquesta; “Pardon”, monólogo humorístico por la “signorina Maria Clapier”; la macchietta cómica “Il Balbuziente” por el consocio Giuseppe Crismanich; dúos cómicos por la “signorina Ester Falabella e signor Alf. Pastorino”; el monólogo “Parole senza motivo”, por el consocio V. Borgato y la lectura “I mille di Sicilia”, rapsodia garibaldina por el consocio Felice Coen.
La segunda parte la integraba el vaudeville en dos actos y un cuadro (“El sueño”), “Cavalleria... crioggia”, cuyo autor se identifica con el seudónimo “Voby” y cuya acción se desarrollaba “...nel paesello di...., provincia di Cucui. Epoca incierta”.
La orquesta de veinte profesores era dirigida por el consocio Eduardo Diatto y en el intermedio entre la primera y la segunda parte amenizaba el momento el “grammofono Monarch della Ditta Adolofo Chialva di Milano, gentilmente concesso dal consocio signor Cesare Luraschi, unico depositario nella Repubblica Argentina” con el repertorio de los célebres tenores Francesco Tamagno y Enrico Caruso, además de otros artistas. Los invitados estaban “assolutamente vietati”.
Para el 28 del mismo mes, y entre las 21 y la medianoche, se convoca a un baile familiar que, según se anuncia, se repetirá todos los domingos del año excepto aquél inmediatamente posterior a la Vigilia.
La presencia de invitados sería motivo de tratamiento en las siguientes reuniones de la Comisión Directiva, ya que salvo cuando se prohibía su presencia, eran tantos que obstaculizaban la diversión de los socios. Como acababan de finalizar las obras de ampliación y mejora de los locales sociales, se informa que “...nessun ballo, concerto o rappresentazione verrà sospeso per cattivo tempo” (45), a la vez que se renueva el pedido de cooperación a quienes deseen colaborar con las actividades sociales, requiriéndoles que a tal efecto se inscriban en la secretaría del club.
Avanzado ese mismo año, se invita a la reunión del 27 de septiembre, dedicada al total beneficio del Hospital Italiano y patrocinada por la Asociación de Beneficiencia “Le Donne Italiane”. Entre otras actividades se incluía una carrera en la pista del “Belvedere” en la que se competía por la “Gran Coppa d´Onore” donada por el Ministro de Italia, conde Francesco Bottaro Costa, y en la cual no podrían participar sino quienes contaran con la correspondiente invitación. Tratándose de un objetivo filantrópico, se pide que todos los socios concurran y hagan la mayor propaganda del evento.
No solo bailes y fiestas ocupaban el tiempo de los socios. Para la noche del 26 de diciembre el Consejo Directivo concedió el salón social al “Gran Oriente Argentino del Rito Azul”, una de las agrupaciones masónicas, (“del quale fan parte molti nostri consoci...”) para festejar su aniversario, recordando que de todas maneras los socios tendrán libre acceso a todos los locales del club.
Por otra parte, los viajes hacia y desde Italia tenían su espacio en los boletines, generalmente con comentarios jocosos respecto de las despedidas y siempre con un dejo de “rimembranza”: “Nostro consocio, il giovale e buon Simonini, parte il 29 corrente col “Sicilia” per un viaggetto nel nostro “bel paese”. Il piacere di rivedere la cara Patria, speriamo gli faran dimenticare la bocciatura testé ricevuta nell´ultima Gara di Boccie. Lo invidiamo, l´accompagnamo col pensiero e gli auguriamo buon viaggio, felice permanenza e pronto ritorno... per la rivincita. Nota - Un gruppo di amici hanno stabilito di augurargli il buon viaggio a tavola per la sera del 28 corrente. Coloro che intendono aderirvi sono pregati di ritirare il biglietto di participazione dal sig. G.B. Monti, buffetista del Club.” (46)
Muchas veces, detrás del buen augurio asoma esa sensación dolorosa que aunque el inmigrante trataba de cubrir, aparece implicita: la casi segura imposición de la partida y el tantas veces imposible retorno al suelo abandonado hace muchos años. Y cuando la suerte hace que ese retorno a Italia se concrete, no deja de emocionarnos leer por ejemplo, que “Oreste Galli, nostro consocio... ebbe ultimamente la fortuna di indovinare una “grande”, é partito il 10 corrente col “Duchessa di Genova” per andare ad abbracciare la vecchia e buona mamma, non vista da parecchi anni...” (47)
Bajo el poético nombre de “Fiori d´arancio”, noviazgos y matrimonios no estaban excluidos de las páginas del boletín: “Luigi Zilli Ostani, nuestro consocio, simpático y elegante ex-secretario de la Comisión Deportiva, encaminado en la carrera diplomática, debutó el 9 del corriente uniéndose en matrimonio con la gentil y graciosa señorita Laura Silvani Loreni. Bendijo la unión Mons. Sabatucci (nuncio apostólico en esos años), fue padrino S.E. el Ministro de Italia y madrina la gentil Condesa su consorte. A la gentil pareja nuestros mejores augurios.”
Tampoco faltaban los nacimientos ni, bajo la denominación de “Funebria”, “Crisantemi” o “Necrologio”, las muertes de socios y familiares, entre los que encontramos aquellos que, con su partida, cortaban los últimos eslabones que unían a los inmigrantes con la patria lejana, tal como lo expresan muchas de estas notas: “il 21 gennaio in Magliaso, paesello sul Lago di Lugano, spirava un venerando vecchio di 85 anni, nonno del nostro consocio Gemmi Macchi...” También encontramos casos de suicidios en los que aparece el fantasma del desarraigo “...sempre sentí in modo straordinario la nostalgia della città natale e mai nessun svago, né la compagnia ed affetto degli amici valsero a distoglierlo della sua idea fissa: Torino, sua mamma, sua sorella...” (48) , nos relata una nota referida al socio Francesco Tamagno, sobrino del célebre tenor.
Las celebraciones de las fechas patrias, italianas y argentinas, eran motivo de multitudinarias reuniones, de las que se hacía crónica en los medios de la época.
“P.B.T.” del 30 de septiembre de 1905 nos relata que el 20 de septiembre (49) fue conmemorado por los italianos “... con menor animación que otras veces, por causa de la impresión producida ...por las desgracias de que ha sido teatro la península. Tuvieron así carácter filantrópico al mismo tiempo que patriótico las fiestas celebradas, entre las cuales fue la más concurrida la organizada en el Club Ciclístico Italiano... Los jardines, salas, galerías y pista rebosaban de concurrencia la noche del festival, reinando la mayor animación. Organizáronse carreras a pie y en bicicleta, rifáronse valiosos objetos, hubo tiro al blanco, y en una palabra, se derrochó animación y se compitió en generosidad.” (50)
En lo específicamente cultural, fue una de las principales preocupaciones la creación y desarrollo de una buena biblioteca. Fue hacia 1902 cuando se incia este emprendimiento, con las donaciones de varios socios, alcanzándose en poco tiempo los más de mil ejemplares, cuyos títulos son detallados en números sucesivos de la publicación del club. Los primeros bibliotecarios – honorarios -, fueron Tullio Grasso, Antonio Franciscovich y Francesco Morandini, recordándose a los socios que “...si accetteranno col massimo piacere, libri in regalo per arricchire la nostra Biblioteca”. Y no faltaban las conferencias, generalmente sobre temas relacionados con Italia, de la que es ejemplo la celebrada “...con proiezioni elettriche spiegate con chiarezza...” el 10 de noviembre de 1907, sobre Pompeya y Herculano, a cargo del “egregio studioso” Dr. Emilio Morales.
Sería inútil extendernos aún más en el desarrollo de este trabajo, ya que el análisis detallado de tantas actividades -por la riqueza contenida en el material utilizado como base para este trabajo-, nos llevaría a centenares de páginas. Creemos haber intentado hacer posible atisbar una imagen de los sueños y las propuestas realizadas por estos italianos que, en su medida, contribuyeron al desarrollo de nuestra ciudad y las instituciones -argentinas y de su colectividad-, que en muchos casos sólo conservan el nombre de la vieja patria de sus fundadores. Agradezco la colaboración prestada por el personal de la Biblioteca del Club Italiano, mi club desde hace más de 30 años, por facilitarme los materiales requeridos para llevar adelante esta tarea. Sea también éste un recuerdo para don Carlos Hilario Ferro, quien trabajara en el club desde 1932 hasta 1995 y durante tantos años fue su gerente. Ausente para siempre, me transmitió hace años algunos de sus recuerdos, volcados en este trabajo.
• BOLETINES DEL CLUB CICLISTICO ITALIANO, 1903-1912. • BOLETINES (1912-1931) y REVISTAS DEL CLUB ITALIANO, 1931-2004. • BOURDÈ, Guy: “Buenos Aires: Urbanización e Inmigración”, Buenos Aires, Editorial Huemul S.A., Colección Temas Básicos, 1977. • COMISIÓN DIRECTIVA DEL CLUB CICLISTICO ITALIANO – ACTAS – En custodia del actual Club Italiano. • EINAUDI, Luigi: “Un principe mercante”, Torino (Italia) Fratelli Bocca Editori, 1900. • GOMEZ, Juan: “La Fotografía en la Argentina, su historia y evolución en el Siglo XIX, 1840-1899”, Buenos Aires, 1986. • GONZÁLEZ ARRILI, Bernardo: “Buenos Aires 1900”, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1967. • GRINBERG, León y Rebeca: “Psicoanálisis de la migración y del exilio”, Madrid, España, Alianza Editorial, 1984. • GUÍA “KUNZ” de 1886. • GUÍA TELEFÓNICA de “The United River Plate Telephone Company Limited” (Unión Telefónica) del año 1897. Gentileza del Esc. Carlos Rezzónico. • LAFUENTE MACHAIN, Ricardo de: “El barrio de la Recoleta”, Buenos Aires, Cuadernos de Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1973. • LLANES, Ricardo: “Biografía de la Avenida Santa Fe”, Buenos Aires, Cuadernos de Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1978. • PETRIELLA, Dionisio y SOSA MIATELLO, Sara: “Diccionario Biográfico Italo-Argentino”, Buenos Aires, Asociación Dante Alighieri, 1976. • REZZÓNICO, Esc. Carlos: “Antiguas quintas porteñas”, Buenos Aires, Interjuntas, Fundación Nuevas Perspectivas, 1996. • SCARDIN, Francesco: “Vita Italiana nell´Argentina - Impressioni e note”, Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1899 • SERGI, Jorge F.: “Historia de los italianos en la Argentina”, Buenos Aires, Editorial Italo Argentina S.A., 1940.
1 - BOURDÈ, Guy: “Buenos Aires: Urbanización e Inmigración”, Buenos Aires, Editorial Huemul S.A., Colección Temas Básicos, 1977. 2 - GONZÁLEZ ARRILI, Bernardo, “Buenos Aires 1900”, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1967. 3 - actual calle Hipólito Yrigoyen, así denominada por Ley Nro. 12.839 del año 1946 (BM Nro. 7.847) 4 - GONZÁLEZ ARRILI, op. citada. 5 - Libertador General San Martín por Decreto Nro. 1919/1950 (BM Nro. 8778), y su nombre actual, Avenida del Libertador por Ordenanza Nro. 20798/1965 (BM Nro. 12726) 6 - Belvedere: mirador 7 - “Esta idea ... hará surgir en esta gran metrópoli un Club que hará honor a si mismo, al nombre que representa y a la ciudad que lo alberga” (Trad. del autor) 8 - En la estación “Perú” de la línea “A” del subterráneo, se reproduce un aviso de propaganda de esta firma, con un error en su apellido. 9 - actual calle Sarmiento, por Ordenanza del 20 de febrero de 1911. 10 - “después de haber luchado vigorosamente con las numerosas marcas importadas por otras casas, terminaron colocándose sobre todas, logrando entonces un nuevo triunfo de la industria italiana en América del Sur” (Trad. del autor) 11 - SCARDIN, Francesco “Vita Italiana nell´Argentina - Impressioni e note”, Buenos Aires, editado por la Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1899 12 - Guía “KUNZ” de 1886. 13 - Revista del Club Italiano, Nº 578, Julio de 1940. 14 - SCARDIN, op. citada. 15 - actual Carlos Pellegrini. 16 - Referencias en el artículo “De la Avenida Alvear a Caballito” - 50 años de vida del Club Italiano de Buenos Aires – 1898/1948, de José F. BALDI, página 57, Revistas del Club ya citadas. 17 - “... los mejores últimos descubrimientos del arte fotográfico, cuyas aplicaciones se admiran en el interior de su magnífico establecimiento, que honra no solo al sr. Stoppani, también a la colonia (italiana)”. (Trad. del autor) 18 - GOMEZ, Juan “La Fotografía en la Argentina, su historia y evolución en el Siglo XIX, 1840-1899”, Buenos Aires, 1986. 19 - SERGI, Jorge F. “Historia de los italianos en la Argentina”, Editorial Italo Argentina S.A., Buenos Aires, 1940. 20 - Este misógino criterio se mantuvo hasta el año 1988, cuando con cierto esfuerzo una Asamblea modificó los estatutos, reconociendo a las mujeres el derecho a ser socias activas y no solo “damas familiares”. 21 - actual Bartolomé Mitre, por Ordenanza del 7 de junio de 1901. 22 - SERGI, op. citada. 23 - Tipo de juego similar al billar, muy popular entre los emigrantes italianos. 24 - Boletín del Club Ciclistico Italiano, Nº 130, 2da. quincena de octubre de 1908. (Indistintamente, el apellido aparece con una o con doble “s”) Al menos eso nos informa el Boletín, al insertar la nota necrológica de su esposa, Esther Obligado de Dose. 25 - DAIREAUX, Emile: “1886 – VOYAGE A LA PLATA – TROIS MOIS DE VACANCES - LE TOUR DU MONDE”, Página 128, “Establecida sobre la ribera del río de la Plata, hacia los confines de la ciudad de Buenos Aires, domina con sus altas chimeneas todo lo que aparece en veinte millas alrededor, haciendo creer a los navegantes que se encuentran frente a una gran ciudad industrial. Ocupa dos hectáreas y fabrica cada año centenares de miles de litros de excelente cerveza, aprovisionando la república entera...” (Trad. del autor) 26 - Guía telefónica de “The United River Plate Telephone Company Limited” (Unión Telefónica) del año 1897.- Gentileza del Esc. Carlos Rezzónico. 27 - Revista del Club Italiano, enero/febrero de 1949, Nº 680/681. 28 - “Desde ese momento el C.C.I. había consagrado su futuro. El resto está a la vista”. (Trad. del autor) 29 – Según Plano Municipal de Obras Públicas y Memoria Municipal de 1882, Ordenanza del 31 de enero de 1883 y Ordenanza del 27 de noviembre de 1893. Antes nombrada “Calle Larga de la Recoleta” o “Bella Vista”. 30 - LAFUENTE MACHAIN, Ricardo de, “El barrio de la Recoleta”, Cuadernos de Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1973. 31 - Boletín del mes de agosto de 1909: “... nos dé oficialmente y en términos perentorios el desalojo de los locales actualmente ocupados, con la esperanza que entonces todos sacudirán su apatía, y se hará en pocos días cuanto ahora parece casi imposible” (trad. del autor) 32 - REZZÓNICO, Esc. Carlos “Antiguas quintas porteñas”, Interjuntas, Fundación Nuevas Perspectivas, Buenos Aires, 1996. 33 - “... descubrir algún local que pueda adaptarse como sede para nuestro Club”. (Trad. del autor) 34 - LLANES, Ricardo “Biografía de la Avenida Santa Fe”, Cuadernos de Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1978. También comentado por Don Carlos Ferro como recuerdo personal. 35 - Así denominado al ser adquirido por la Municipalidad y transformado en parque, por Ordenanza Nro. 2702 del 25 de junio de 1928. 36 - Reunión extraordinaria de Comisión Directiva, 14-1-1910. 37 - Sin embargo, en la “Guía Comercial Kraft” correspondiente al año 1910, esta propiedad figura a nombre de Juan Figari. (Transcripta en Sidoli, op. citada) 38 - “Los señores socios que tengan a bien ir a ver nuestra próxima Sede, se darán cuenta fácilmente de la importancia de los trabajos, y estamos seguros que quedarán gratamente impresionados” (Trad. del autor) 39 - Revista del Club Italiano, Nº 680/681, enero/febrero de 1949. 40 - Revista del Club Italiano, Nº 471, agosto de 1931. 41 - “Capitán Aeronauta Señor Giuseppe Silimbani, intrépido gimnasta que al subir el Globo realizará ejercicios sobre el trapecio, entre los cuales el peligroso Salto Mortal entre los dos trapecios fijados al Globo y distantes dos metros uno del otro”. (Trad. del autor) 42 - Sociedad Italiana de Tiro al Blanco. Actualmente ubicada en la localidad bonaerense de El Palomar. 43 - SCARDIN, op. citada, “El polígono de tiro está situado en Villa Devoto, risueño y ameno suburbio de Buenos Aires, a 30 metros sobre el nivel del mar, y ocupa un área de mil metros de largo por cien de ancho” (Trad. del autor) 44 - “La concurrencia fue notable. A las mesas, llegada la hora de comer tomaron sus puestos más de doscientas personas, que en medio de una alegría indescriptible... hicieron desaparecer trescientos o cuatrocientos kilogramos de salamines, sin contar todo lo demás... Después llegó la hora de posar para el inolvidable grupo fotográfico, la hora de la danza con musica vocal, la hora de los juegos infantiles...” (Trad. del autor). 45 - “... ningún baile, concierto o representación (teatral) será suspendido por mal tiempo”. (Trad. del autor) 46 - “Nuestro consocio, el jovial y buen Simonini, parte el 29 del corriente en el “Sicilia” para un viajecito a nuestro hermoso país. El placer de volver a ver la Patria querida, esperemos le harán olvidar la bocciatura recibida hace poco en el último campeonato de bochas. Lo envidiamos, lo acompañamos con el pensamiento y le auguramos buen viaje, feliz permanencia y pronto retorno... para la revancha. Nota - Un grupo de amigos ha decidió augurarle el buen viaje en la mesa para la noche del 28 del corriente. Aquellos que deseen adherirse pueden concurrir a retirar la tarjeta de participación con el encargado del buffet, señor Monti” (Trad. del autor) 47 - “Oreste Galli , nuestro consocio... tuvo ultimamente la fortuna de adivinar una grande (la lotería), partió el 10 del corriente en el “Duchessa di Genova” para abrazar a la anciana y buena madre, a la que no ve desde hace bastantes años.” (Trad. del autor). 48 - “...siempre sintió en modo extraordinario la nostalgia de la ciudad natal y nunca ninguna distracción, ni la compañía o el afecto de los amigos lo llevaron a distraerse de su idea fija: Torino, su madre, su hermana...” (Trad. del autor) 49 - Fecha en que se celebra la unificación italiana, 20 de septiembre de 1870. 50 - Revista “P.B.T.”, año II, Nº 54, Buenos Aires, 30 de septiembre de 1905.
EL ORIGEN DE ESTE TRABAJO SON LAS INVESTIGACIONES REALIZADAS PARA EL LIBRO "CLUB ITALIANO - 100 AÑOS DE HISTORIA", EDITADO POR LULEMAR EDICIONES EN BUENOS AIRES, FEBRERO DE 1999 Y EN DIVERSAS EDICIONES DE LA REVISTA DEL CLUB ITALIANO DE BUENOS AIRES.